Mi cuaderno de bitácora, blog, o diario al uso, como sabéis los que me seguís, me permite llevar un registro manuscrito de publicaciones relacionadas casi siempre con mi actividad artística. La organización, la mayoría de veces es cronológica, y otras con saltos en el tiempo, como es el caso sobre el que voy a escribir en esta entrada. Tras meses con el corazón encogido por motivos personales bastante tristes, vuelvo a retomar asuntos de los que me gusta hablar, concernientes al Arte, expresiones plásticas personales que muestran belleza y creatividad, solo con la finalidad de ser compartidas y contempladas.
Este espacio es mi refugio, y me agarro al Arte como apoyo, porque muchos estudios recalcan los múltiples beneficios de las prácticas artísticas, tales como el fortalecimiento de la autoestima y la autoconfianza, la reducción del estrés y la ansiedad, la potenciación de nuestra memoria y la mejora de la concentración.
Doy fe de ello, el Arte sana porque es donde se contempla nuestra alma. El arte tiene la importancia de sensibilizar nuestros sentidos y dar lugar a la experimentación, el conocimiento y la exploración de nosotros mismos. Yo necesito el Arte para la vida misma, como terapia para mi bienestar y para conseguir cierta armonía en medio del caos.
El pasado año 2022, además de estar preparando un proyecto artístico en curso, me presenté a varios concursos de escultura. Al X Certamen Nacional De Escultura De Pequeño Formato «San Bartolomé de la Torre», a la XI Bienal De Arte Riudebitlles 2022 y al certamen 16 Premio De Escultura Ciudad De Badajoz 2022.