Desde hace muchos años, los agricultores han comprobado que las fases de la luna influyen, de una manera u otra, en sus cultivos. Parece ser que la luna era el “manual de instrucciones” para sus cosechas. En Enología, el cultivo, la poda y la luna también están estrechamente relacionadas.

En la fase de la luna creciente las plantas poseen más resistencia frente a plagas y enfermedades, la fuerza vital o el vigor de las plantas aumenta con la luz lunar. Lo que se recolecte estará libre de patógenos y tendrá una mayor cantidad de savia. Las labores en el terreno se realizarán en luna llena para obtener un suelo mullido, suelto y que retenga el agua. Para retrasar el desarrollo vegetativo a favor de una mayor cantidad de frutos, las tareas se hacen en luna llena o cuarto menguante. Si son frutales de rendimiento a largo plazo interesa estimular el inicio de la producción por lo que es mejor plantar y podar en menguante. Esta es la mejor fase para obtener y aplicar injertos; el crecimiento es escaso, las yemas detienen su desarrollo y se favorece la unión del injerto. En menguante se lleva a cabo la vendimia, el vino resultante es mejor y más duradero y la uva de mesa es más dulce.














